Los investigadores analizaron una serie de datos globales sobre los efectos fisiológicos y psicológicos del consumo de azúcar y descubrieron que un número significativo de personas con depresión presentan altos niveles de inflamación sistémica. Dado que consumir azúcar en exceso aumenta la inflamación de bajo grado, las hormonas que produce provocan directamente que el cerebro entre en un estado de depresión mayor.

　　El efecto de un exceso de azúcar en los microorganismos del cuerpo también es un desencadenante de la depresión, ya que algunos microorganismos "prosperan" en entornos ricos en azúcar, produciendo ciertas sustancias químicas que hacen a las personas más propensas a la depresión. Además, las personas que consumen demasiado azúcar también producen más productos finales de glucosilación avanzada, tienen un mayor estrés oxidativo y son más propensas a tener resistencia a la insulina y desregulación de la dopamina, que están asociadas a la inflamación.

　　Los investigadores sugieren que las personas con depresión consuman menos azúcar y más alimentos ricos en ácidos grasos omega-3, que son mejores para la salud mental.